domingo, 15 de mayo de 2011

¿PODREMOS PERDURAR COMO SOCIEDAD CON ESTOS RIESGOS?

Comunicado de Prensa

CENTRO DE PROTECCIÓN A LA NATURALEZA


¿PODREMOS PERDURAR COMO SOCIEDAD CON ESTOS RIESGOS?

Ulrich Beck desarrolló en los años 80, luego del desastre de Chernobyl, el concepto de “Sociología del riesgo”, como una forma de entender los cambios que se estaban dando en la sociedad.
En su investigación, trata las cuestiones laborales, la lucha de clases, la disminución de la
calidad de vida, la pérdida de conquistas sociales y una crisis integral de las instituciones sociales modernas; destaca la dominación del capital en la sociedad, la desinformación deliberada y la convivencia con la crisis ecológica, política y social.

Al mismo tiempo que Beck formulaba estos conceptos, y también con las imágenes latentes de Chernobyl, elCentro de Protección a la Naturaleza inició en 1987 una campaña para impedir la instalación de una central nuclear en la localidad de Timbúes; nuestros hermanos entrerrianos hicieron lo mismo ya que el otro emplazamiento elegido era Hernandarias, ambas sobre el río Paraná. Gracias a la intensa presión ciudadana, los gobiernos provinciales de aquel momento no decidieron asumir el riesgo y se negaron a permitir su establecimiento, sepultando los sueños nucleares de determinados grupos científicos y económicos. Posteriormente, la ciudad de Santa Fe conseguía ser la primera capital provincial en el mundo declarada “Municipio no nuclear” y la Legislatura sancionaba la ley de prohibición de recepción y entierro de residuos nucleares.

Desde aquel momento, ha sido incesante la presión de la industria nuclear, herida por los
accidentes de Three Mile Islands y Chernobyl, y por los movimientos antinucleares europeos, por recomponer su imagen, manteniendo como Secreto de Estado las innumerables fugas radiactivas que se producían en los reactores nucleares que operaban en el mundo. Pero los problemas no son sólo los accidentes, que son los que acaparan los titulares de los medios de comunicación por sus ribetes catastróficos: también están los derivados de su extracción (minas de uranio), transporte,
procesamiento, reprocesamiento y posterior disposición final, todas etapas que
continúan sin solución a nivel mundial y que día a día aportan su cuota contaminante. La toma de conciencia del cambio climático por parte del staff gubernamental y científico permitió una nueva escalada de apoyo a esta energía que no aporta en su proceso –supuestamente- dióxido de carbono a la atmósfera. Los intensos debates que se dieran a principios de este siglo sobre si Argentina recibiría residuos nucleares (“combustibles gastados” según la verbigracia oficial) de un reactor vendido a Australia, pusieron otra vez en tela de juicio a una industria sospechada.
Como la humanidad sólo parece aprender de golpe, necesitamos de una catástrofe en un país del Primer Mundo para que la ciudadanía reaccione y comience a plantearse qué energía queremos para qué modelo de país y, fundamentalmente, para qué sociedad. Cuando vemos las imágenes de los japoneses (8.000, por ahora, sin contar los que ya se han ido) que deben migrar de sus casas, de sus afectos, de sus raíces, sólo porque se eligió una forma de energía equivocada y supuestamente segura, experimentamos temor porque tenemos dos centrales en operación a menos de 500 km. de distancia.

Cabe aclarar que los voceros de esta energía siempre marcaron diferencias con Chernobyl: nuestras centrales no son como esas, son mucho más seguras, como las del Primer Mundo...como las de Japón, por ejemplo. Pero esta reflexión que queremos comunicar institucionalmente no es sólo por el temor de un accidente –que es posible- y de la radiación - la cual sabemos que es indetenible -: también es la inseguridad de no tener otro lugar adónde ir porque, quieran o no nuestros políticos, científicos y economistas, el planeta Tierra, nuestra única casa, es finito, limitado.

La lucha por un ambiente saludable –que a decir de Beck coexiste en este pacto social donde las corporaciones “invierten” y el resto de la sociedad paga – conlleva riesgos, tanto como decidir qué energía necesitamos y qué planeta queremos dejarles a nuestros hijos y nietos. La orgía del consumo actual devorador de energía, materias primas, agua, etc., no parece dejar mucho margen y agranda el riesgo que como sociedad toda enfrentamos hacia el futuro. Es un debate que nos merecemos y que no podemos seguir postergando porque, tal como decía un viejo refrán, “más vale prevenir que curar”.

Santa Fe, 16/05/2011
COMISIÓN DIRECTIVA.
CENTRO DE PROTECCIÓN A LA NATURALEZA

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